Ejercicios para un cielo imaginado
¿Cuántos cielos posibles existen? ¿E imposibles? Esta tarea infinita e imposible ha sido el punto de partida para esta serie, donde las referencias son fotografías de cielos distintos. Sin embargo ninguna pintura es una copia, sino una composición improvisada a partir de una selección de 3, 4, 5 o más fotografías. Y aunque los soportes metálicos y pesados forman ya parte de mi seña de identidad, para esta ocasión ha sido clave utilizar un papel de alta gama como base: un material liviano pero con el cuerpo suficiente como para soportar grandes cargas.
Cielos cambiantes, impredecibles, monocromáticos, voluminosos o velados; con nubes que son montañas, grumos, estallidos, cenizas, velos, ejércitos… Para mantener en el proceso esa naturaleza volátil y azarosa, la composición no está decidida en el inicio de cada obra, sino que va apareciendo a medida que exploro los ritmos, volúmenes y colores naturales de mis cielos de referencia. En algunas zonas, aplico pinceladas con poca pintura y mucho diluyente, que me han permitido representar zonas suaves, elementos velados, finos matices y transiciones del alba. En otras zonas, no hay absolutamente nada de pintura, reservando el blanco del papel como si se tratara de acuarela, para reflejos en el cielo o las nubes más luminosas. Ambas técnicas contrastan con el peso de la pintura aplicada con grosor, generando a veces incluso pequeños relieves, ideal para grandes masas nubosas, colores intensos y opacidad cargada de lluvia.
Practice for imagined skies
How many possible skies are there? And how many impossible ones? This infinite and impossible task has been the starting point for this series, based on photographs of different skies. However, no painting is a copy, but an improvised composition from a selection of 3, 4, 5 or more photographs. Although it can seem watercolor, the technique is oil on paper. Metallic and heavy supports are already part of my hallmark, but for this occasion it has been key to use a high-end paper as a base: a light material but with enough body to withstand heavy loads of painting.
Changing, unpredictable, monochromatic, voluminous or veiled skies; with clouds that are mountains, lumps, bursts, ashes, veils, armies… To maintain this volatile and random nature in the process, the composition is not decided at the beginning of each work. It appears as I explore the rhythms, volumes and natural colors of my reference skies. In some areas, I apply brushstrokes with little paint and a lot of thinner, to represent soft areas, veiled elements, fine shades and transitions of dawn. In other areas, there is absolutely no paint, reserving the white of the paper, as if it were watercolor, for reflections in the sky or the brightest clouds. Both techniques contrast with the weight of the paint applied thickly, sometimes even generating small reliefs, ideal for large cloud masses, intense colors and rain-laden opacity.